miércoles, 28 de marzo de 2012


En desventaja los estudiantes que trabajan,
en relación con los que no tienen necesidad de hacerlo

El mundo del empleo y del estudio son dos
ámbitos diferentes, y pese a que están
interconectados, la imagen que el estudiante
tiene sobre el entorno laboral depende en mucho
de la carrera elegida y de su demanda en
la sociedad.
Lo ideal según la maestra María Luisa
Chavoya, investigadora del Departamento de
Estudios de Educación de la Universidad de
Guadalajara sería que debiera considerarse un
derecho poder estudiar el ciclo de la enseñanza
media superior de tiempo completo, como
ocurre con las primarias y secundarias sin embargo,
dijo "las condiciones económicas que
vive el país no lo permiten y obligan prácticamente
a los estudiantes a incorporarse al sector
productivo para solventar los costos de su
educación".
Apreció la investigadora que el censo de
estudiantes universitarios en México es bajo en
comparación con el que se registran en los grados
elementales y medios. Pese a ello, no es un
impedimento para que los jóvenes aspiren a
cursar una profesión, conseguir un empleo digno
y a una mejor calidad de vida.
"La distinción entre los estudiantes que trabajan
y los que no, la hacen ellos mismos y ésta
consiste en si pueden o no brincar la barrera
que constituyen los criterios de acreditación en
las escuelas. Porque todos los estudiantes son
iguales y no se puede distinguir entre quienes
trabajan o no. Así pues, la repercusión acadé-
mica que confronten los estudiantes empleados
dependerá del tipo de carrera en que se
encuentren inscritos y del ámbito laboral en la
que se desempeñen".
Cuestionada respecto a los datos que el
Centro de Estudios de Opinión, de la UdG proporcion
ó en referencia a la situación que priva
entre los estudiantes que trabajan, que alcanza
un porcentaje cercano a 44 por ciento, la investigadora
opinó que éste constituye un indicador
del bienestar del país, lo que implica que
"sufrimos de escaso crecimiento social y por esto
el joven debe repartir toda su energía entre el
trabajo y la escuela".
Con relación a la importancia de que los
jóvenes estudiantes se involucren en el campo
elegido, destacó que no siempre el trabajo que
desempeñan corresponde a su perfil profesional,
sino que éste funge "solamente como tabla
de salvación para allegarse recursos económicos
y sostener sus estudios profesionales".
Lo deseable sería, que los trabajos en realidad
sí tuvieran una vinculación directa con la
práctica profesional, y ésta se consolidara a fin
de ofrecer ventajas al estudiante; de ahí las reformas
y replanteamientos a los planes de estudio
en las carreras universitarias que pretenden
apoyar a la población estudiantil.
Dijo que no hay evidencias suficientes para establecer
que el estudiante dedicado de tiempo
completo goce de mejor calidad académica,
pero sí que quienes trabajan se comprometen
más con sus estudios, por ser ellos los que invierten
en su educación.
Si verdaderamente se quiere una educación
de calidad, es menester dedicarle tiempo completo,
por lo que deberán de hacerse las reformas
necesarias para que así acontezca, ya que
los estudiantes que trabajan se encuentran en
desventaja frente a los que no tienen necesidad
de trabajar".




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